Valeria

Comenzaba a amanecer, el viento ululaba fuera y el repiqueteo de la lluvia contra los cristales ponía más nerviosa a Valeria.
Sus ojeras la delataban, había pasado mala noche y el temor se acrecentaba con el paso de los minutos. El antiguo reloj de pared con su incesante tic-tac era lo único que se escuchaba en el pequeño apartamento.
Aterida de frío se dirigió a la cocina, pensaba que una taza de café caliente y bien cargado la despejaría y así podría pensar con claridad. Puso al fuego la antigua cafetera italiana y comenzó a rebuscar en la estantería la Beretta 92 que Víctor le había entregado la noche anterior.
Sentada a la mesa frente a un café recién hecho dió una larga calada a su cigarrillo mientras observaba fijamente la Beretta que sostenía en su mano derecha, su tacto era frío pero de una suavidad que le atraía enormemente.
Mientras recordaba lo feliz que había sido el último verano en Menorca su mano derecha se fue elevando lentamente, cerró los ojos y sus labios susurraron un “te amo”de la manera mas dulce que jamás había pronunciado.

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